Pio Amato tiene 14 años y vive
con su numerosa familia de origen gitana al sur de Italia. Pio quiere crecer y
ser el hombre de la casa, tal como su hermano mayor. A temprana edad ya fuma,
bebe y busca chicas en bares a los que no debería entrar un menor. Pero lo que
realmente quiere hacer es robar autos con su hermano, esa sería la prueba
definitiva de su madurez y de la consolidación de su masculinidad en
desarrollo.
A Ciambra es el segundo
largometraje del director italiano Jonas Carpignano y se inscribe en la larga
tradición de películas coming of age europeas
que exploran la situación de grupos sociales marginales desde una historia
personal. Al igual que otras películas de este estilo, como
FishTank de Andrea Arnold, la película apela a un estilo realista.
El uso de locaciones reales, la cámara en mano, la iluminación proveniente del
escenario mismo y el casting de la familia Amato, que interpretan una versión
ficticia de ellos mismos sin ser actores profesionales, refuerza la
verosimilitud de lo que vemos.
Usualmente en este tipo de
películas nos encontramos ante un joven protagonista expuesto a situaciones
límites que lo llevan a un proceso de pérdida de inocencia en el cual se
destruye la idealización de la juventud, este no es uno de esos casos. Pio
quiere ser un adulto, quiere forzar su cambio y abandonar lo más pronto su
adolescencia. La película se encarga de desarrollar esta idea desde sus
primeras escenas cuando Pio y su hermano mayor Cosimo son presentados. Cosimo
está encerrado en un cuarto tratando de escapar para ir a robar, mientras Pio
intenta irrumpir en él a la fuerza golpeando la puerta con violencia. Este uso
del espacio se vuelve simbólico, el lado de Cosimo es el ya maduro, el
condenado a sobrevivir de la delincuencia, Pio quiere entrar en dicho espacio a
como dé lugar, así su hermano no se lo permita. Del mismo modo, podemos ver que
Cosimo utiliza una motocicleta para salir a "trabajar"; mientras que
la motocicleta de Pio ni siquiera logra arrancar. La película está llena de
pequeños momentos simbólicos así que logran hablarnos sobre el estado de
nuestros personajes sin la necesidad de grandes monólogos, narraciones en off o
diálogos expositivos.
El guión está bien construido
bajo una idea principal llevada de inicio a fin. Lamentablemente, ciertos
elementos dentro de la ejecución que dañan a la ambientación hiperrealista
creada en los primeros minutos, como el uso de música popular a todo volumen o
la inserción de visiones oníricas, le restan puntos a la película y hacen que
la segunda parte no llegue a ser tan lograda como la primera. Otro componente
importante, como es costumbre en este tipo de cine, son la clases sociales
representadas. Estamos ante una Europa sin europeos, llena de refugiados
africanos y migrantes extranjeros de segunda generación. Los italianos
presentados son o policías o mafiosos que empujan a la familia de Pio a
continuar en la vida del crimen. Es como si la película hiciera una denuncia
sobre la responsabilidad de los nacionales dentro del ciclo de podredumbre al
cual condenan a todos aquellos que deciden migrar a sus tierras.
No obstante, más que una
declaración social, A Ciambra es una exploración en el desarrollo de la
masculinidad a edad temprana dentro de un ambiente cruel y hostil. Pio logra
ser aceptado como un hombre por sus pares masculinos a los que él admira y
envida. Lamentablemente para él, nadie le explicó que es lo que implicaba
convertirse "realmente" en un hombre. La mirada perdida y triste de
Pio nos hace pensar que si él hubiera conocido desde un inicio cual sería su
proceso de maduración, quizá lo hubiera pensado dos veces.
Javier Vega.
Javier Vega.
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