Festival de Lima 2017: "A Ciambra" de Jonas Carpignano, por Javier Vega


Pio Amato tiene 14 años y vive con su numerosa familia de origen gitana al sur de Italia. Pio quiere crecer y ser el hombre de la casa, tal como su hermano mayor. A temprana edad ya fuma, bebe y busca chicas en bares a los que no debería entrar un menor. Pero lo que realmente quiere hacer es robar autos con su hermano, esa sería la prueba definitiva de su madurez y de la consolidación de su masculinidad en desarrollo.

A Ciambra es el segundo largometraje del director italiano Jonas Carpignano y se inscribe en la larga tradición de películas coming of age europeas que exploran la situación de grupos sociales marginales desde una historia personal. Al igual que otras películas de este estilo, como FishTank de Andrea Arnold, la película apela a un estilo realista. El uso de locaciones reales, la cámara en mano, la iluminación proveniente del escenario mismo y el casting de la familia Amato, que interpretan una versión ficticia de ellos mismos sin ser actores profesionales, refuerza la verosimilitud de lo que vemos.

Usualmente en este tipo de películas nos encontramos ante un joven protagonista expuesto a situaciones límites que lo llevan a un proceso de pérdida de inocencia en el cual se destruye la idealización de la juventud, este no es uno de esos casos. Pio quiere ser un adulto, quiere forzar su cambio y abandonar lo más pronto su adolescencia. La película se encarga de desarrollar esta idea desde sus primeras escenas cuando Pio y su hermano mayor Cosimo son presentados. Cosimo está encerrado en un cuarto tratando de escapar para ir a robar, mientras Pio intenta irrumpir en él a la fuerza golpeando la puerta con violencia. Este uso del espacio se vuelve simbólico, el lado de Cosimo es el ya maduro, el condenado a sobrevivir de la delincuencia, Pio quiere entrar en dicho espacio a como dé lugar, así su hermano no se lo permita. Del mismo modo, podemos ver que Cosimo utiliza una motocicleta para salir a "trabajar"; mientras que la motocicleta de Pio ni siquiera logra arrancar. La película está llena de pequeños momentos simbólicos así que logran hablarnos sobre el estado de nuestros personajes sin la necesidad de grandes monólogos, narraciones en off o diálogos expositivos.

El guión está bien construido bajo una idea principal llevada de inicio a fin. Lamentablemente, ciertos elementos dentro de la ejecución que dañan a la ambientación hiperrealista creada en los primeros minutos, como el uso de música popular a todo volumen o la inserción de visiones oníricas, le restan puntos a la película y hacen que la segunda parte no llegue a ser tan lograda como la primera. Otro componente importante, como es costumbre en este tipo de cine, son la clases sociales representadas. Estamos ante una Europa sin europeos, llena de refugiados africanos y migrantes extranjeros de segunda generación. Los italianos presentados son o policías o mafiosos que empujan a la familia de Pio a continuar en la vida del crimen. Es como si la película hiciera una denuncia sobre la responsabilidad de los nacionales dentro del ciclo de podredumbre al cual condenan a todos aquellos que deciden migrar a sus tierras.


No obstante, más que una declaración social, A Ciambra es una exploración en el desarrollo de la masculinidad a edad temprana dentro de un ambiente cruel y hostil. Pio logra ser aceptado como un hombre por sus pares masculinos a los que él admira y envida. Lamentablemente para él, nadie le explicó que es lo que implicaba convertirse "realmente" en un hombre. La mirada perdida y triste de Pio nos hace pensar que si él hubiera conocido desde un inicio cual sería su proceso de maduración, quizá lo hubiera pensado dos veces.

Javier Vega.

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