FICUNAM 2018: "On the Beach at Night Alone" de Hong Sang-soo




(Desde Ciudad de México)
Toda la dulzura queda desmontada con austeridad.

El cine de Hong Sang-Soo funciona como un sistema que desbarata las ilusiones, las mentiras y la hipocresía edulcorada. ¿Cuál es su mayor virtud? Me atrevo a decir que es su voluntad cálida, no destruye el mundo naiff con acidez, ni con desesperación agresiva.

Se burla de la ingenuidad romántica (o romanticona, para ser precisos) con amabilidad, como si cada encuadre fuera una caricia: no olvidemos su composición de planos, la cual permite que sintamos que los personajes están cerca, que hay una compañía humana presente o que en todo caso los personajes impo¿rtan, pensemos sobre todo en las escenas en interiores.

La marca registrada de Hong Sang-Soo son sus acercamientos visuales, esos zooms realizados de forma explícita y vistosa. Se siente el artificio, es una decisión de riesgo, pero ejecutada con dulzura. Este método desmonta la lógica del romance tóxico, hace que destaque Younghee (la maravillosa Kim Min-hee) y sus momentos más ridículos y tiernos con ese “director”, ex amante, al que alude siempre. Hay una terquedad y un juego de manipulaciones en el que aceptan estar.

Es cierto, Hong también hace zooms lentos y casi imperceptibles, porque no solo se trata de destacar la técnica, también propone una observación pausada del conflicto.

El humor, infaltable, aunque menos presente ahora que en el resto de sus películas, es pieza clave en el tratamiento del director coreano. Se manifiesta como una distención del dramatismo y también como forma de resaltar lo infantil de los personajes.

Sin embargo, el momento que resulta más espléndido y hermoso involucra la ruptura de las expectativas. Creíamos estar viendo algo, pero no era de esa precisamente de esa forma y lo mejor es que no se siente como una emboscada ingeniosa que Hong saca de la nada para confundir al espectador. Todo lo contrario, estuvo siempre sembrado como un gesto de libertad creativa; sobre todo, si tenemos en cuenta que la primera parte del relato cierra con una imagen poética, generada con un paneo mecánico en dos tiempos. 

El final, es impresionante. No revelaré el argumento, pero sí diré que hay una particularidad en el tratamiento del sonido. El cine de Hong, normalmente desarrollado en interiores (y con alcohol presente), manda a callar el sonido de los ambientes y prioriza los diálogos, expuestos sobre una banda limpia, donde las intenciones se dejan oír con total claridad, las voces se halla en soledad constante; pero la respiración de Younghee se siente muy presente cuando está frente al mar, antes de que se imponga la magnífica pieza de Schubert, se mezcla el sonido del mar con su frágil exhalación. Una identidad vencida.    


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