T2: Trainspotting 2

(Este texto fue escrito el 26 de mayo del 2017)

Mucho más que un ejercicio de nostalgia

Veinte años pasaron, lo que fuenuevo en su momento ya no lo es más, y el miedo de que el siglo XXI continuaraagotando el imaginario creativo de los noventa siempre fue una posibilidad.
Fortuna la nuestra, Danny Boylefue sabio, sobrevivió, siguió adelante, tal como hiciera Ewan McGregor al finalde la primera entrega de ese détournementllamado Trainspotting.  
El relato nos sitúa en el 2017,Renton vuelve al Reino Unido tras haber vivido en Holanda. Su interés radica enpagarle el dinero que robó a sus amigos dos décadas atrás.
La primera parte del film es untour de actualización de los personajes, resulta bastante fresco, lleno dediálogos hilarantes, colores que excitan y actuaciones que se regodean en sunaturaleza desbordante. Estamos ante el presente de cada uno de los chicos (yaenvejecidos): Renton, Spud, Sick Boy y Begbie.   
El reencuentro más emotivo, a miparecer, es el que tienen Renton y Spud: un momento onírico que no por esopierde el realismo que necesita para hacernos vibrar. Luego de cada uno deestos encuentros tiene lugar, el desenfreno continúa pero con un sentido claro:ir desnudando la identidad de cada personaje.
El “Choose life” ahora es solamenteun recuerdo, una frase en la que re-descubrimos la rabia adolescente de quereracabar con la hipocresía mundana a como de lugar. Mark actualiza la frase,cambia las piezas viejas por unas más actuales, añade Instagram, Facebook yTwitter a la fórmula, hasta que de pronto el descaro de 1997 se quiebra y dapaso al aliento sincero, al testimonio de un sobreviviente.
Mark Renton nota que el cinismoque tuvo hace veinte años, al pensar que estaba escapando al sistema, no era unverdadero escape de toda la opresión materialista. Quizás para Renton elverdadero sentido ahora esté en saber que lo suyo no fue una revolución verdadera,dado que, como señalaba el filósofo Alain Badiou, su modo de vida subalterno essolamente lo opuesto al discurso hegemónico, mientras que una rebelión real seconfigura por aquello que excede a la normativa: lo que la supera. Nuestroqueridos heroinómanos nunca lograron superar al sistema, solo cayeron en lastrampas libertinas que este mismo les sembró.   
La línea de tensión más delirantees la que se desarrolla entre Begbie y Renton. Cada uno, a su estilo, confrontael presente; el primero intenta aferrarse a las viejas glorias de pandilla yentiende su venganza como aquello que lo hace sentir vivo; por su lado, Renton,adapta sus intenciones delincuenciales a los nuevos tiempos. Pero siempre estáesa idea rondando, la confrontación entre dos miradas: una que mira y se aferraal pasado y la otra que se halla expectante al futuro. Es por esto que laescena en el bar de nacionalistas anti-católicos resulta crucial. Tradición ymodernidad chocando arriesgadamente. El ímpetu por no olvidar las viejascostumbres convive con los arrebatos y transgresiones culturales, mientras nuestrosprotagonistas logran mantener la arenga que entonan como un grito de guerra. Todoesto con bellos paneos salvajes y encuadres anamórficos.  
Algo que no debe quedar fuera deldebate, la música. Boyle optó por reversiones de temas que aparecieron en laprimera película (Lust for life, Deep Blue Day, Born Slippy), quizás de algúnmodo confirmando ese interés por contrastar la nostalgia con la necesidad detransformación; y es esto útlimo lo que una muchedumbre hace en uno de los bares,corear un viejo tema de Queen con emoción, mientras Renton y Sick Boy semantienen atónitos, pensando de qué se trata este nuevo presente, uno en el que(como ellos dicen) el fútbol ya no es como antes.
En alguna entrevista, Danny Boylerespondió sobre qué trataba Trainspotting para él: “es la historia de un grupode amigos que se va alejando”. Esta nueva entrega dota de sentido a esadeclaración, ya que son los vínculos los que asumen el reto de enfrentarse altiempo.
Gracias por cerrar una época conlos brazos abiertos. 

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